ESCÚCHANOS AKÍ
jueves, 23 de agosto de 2018
jueves, 16 de agosto de 2018
jueves, 2 de agosto de 2018
LOS MONTAJES
LOS MONTAJES, LA MAFIA POLICIAL, CONTINUIDADES Y
RUPTURAS.
A lo largo de su largo historial
represivo, el Estado, utilizando principalmente su brazo armado y criminal, ha
recurrido en forma frecuente al Montaje policial como forma de terminar con
algún foco de agitación social. En el Montaje policial existe un cuerpo
especializado, cada vez más complejo, experto en su elaboración y posterior
ejecución. Por lo general, estos Montajes son realizados con el conocimiento de
las altas esferas del poder: Ministerio del Interior, los que son
los encargados de avalar “ciertas formas” que luego son ejecutadas por la mano
negra que opera en todo organismo policial dependiente del Estado. Una mano
negra que, en muy poco, se diferencia de aquellas utilizadas por el crimen
organizado. Aunque claro, éstas son “oficiales”, “legales”, y constituyen
aquella parte oscura con la que cuenta todo poder constituido, pues sabe bien
que para preservarse deberá necesariamente que recurrir a éstas en algún
momento de la historia. Nuestra historia reciente nos llena de ejemplos al
respecto. Sólo por nombrar tres casos: el Montaje caso Bombas (2009), el caso
de la Operación Huracán contra el pueblo Mapuche (2018) y el actual montaje a
los jóvenes manifestantes de los actos del 21 de mayo del 2016 en Valparaíso
(Caso 21 M)
En todos ellos el poder mediante: la
utilización de pruebas falsas, pruebas implantadas en la “escena del crimen”,
pruebas irrisorias de carácter ideológico, entre otros artilugios, ha conformado
una situación “creíble”, que luego los medios de comunicación se encargan de
difundir mediáticamente. Los resultados inmediatos saltan a la vista, haciendo
ver a las víctimas como verdaderos culpables, antisociales; contra los cuales,
la policía y las instituciones del Estado deben actuar a manera de proteger a
los “ciudadanos” de semejante amenaza.
En la mayoría de las ocasiones,
estos montajes policiales han sido tan efectivos, que han terminado por ganar
juicios. Montajes recientes han caído bajo su propio peso, como dos señalados
anteriormente.
Pero si nuestra historia reciente
nos llena de ejemplos al respecto, nuestra historia lejana nos hace situar esta
estrategia dentro de las llamadas “continuidades” históricas, las que de alguna
forma bien nos develan señales para entender nuestra experiencia reciente.
Así, por ejemplo, cuando el
movimiento social era intenso en Valparaíso, en los años 20’, fue el Montaje la
estrategia utilizada. En aquel entonces, el contexto era bien distinto al
actual. Existía los que se llama movimiento de masas –para distinguirlo de los
actuales movimientos sociales-, que, de la mano de un trabajo profundo de las ideologías
revolucionarias, habían logrado la consolidación de un movimiento obrero,
portador de un mensaje de cambio revolucionario –anarquista o socialista-, y de
una “cultura obrera” que amenazaba con un cambio en los valores y la mentalidad
de quienes debían ser los gestores de dicha Revolución.
Reflejo de ello era el auge de la
sindicalización obrera –masiva-, de la mano de la FOCH (Federación Obrera de
Chile) o la I.W.W. (Industrial Workers of the World, sección chilena). Todo lo
cual, tenía su correlato en la generación, como nunca antes en la historia, de
agitación social. Llegado el año 20’, junto con generarse un cambio político
venido con el ascenso de Alessandri al poder: Valparaíso, Santiago, la zona
salitrera y del carbón estaban convertidas en verdaderas calderas
revolucionarias. Muchos veían la esperada revolución ya muy cercana, una
realidad concreta destinada a hacerse realidad más temprano que tarde.
En este marco, fue Valparaíso
escenario de uno de los Montajes estatales más recordados en la historia social
de este país: la instalación, por parte de la policía, de dinamita en las
instalaciones de la principal sociedad obrera, la IWW, a manera de hacerla
pasar por subversiva, procediéndose al encierro de sus “agitadores”, y
posterior “Proceso a los Subversivos”.
La policía ya contaba por entonces
con un largo historial de denuncias de corrupción, negligencia, mal trato. Su
reputación e imagen estaban por el suelo. Ante el movimiento obrero, los
policías tenían la mala fama de ser: perros falderos de los industriales,
funcionarios públicos que no hacían honor de tales pues en verdad se ponían a disposición
de los patrones y poderosos, utilizándolos éstos como rompehuelgas en muchas
ocasiones, como fuerza de trabajo para mover sus máquinas o ejercer funciones
de los huelguistas.
Pero peor aún, los policías tenían
la mala fama de ejecutar verdaderos montajes, ocupando para ello, agentes de
alto prontuario criminal. En Santiago, especialmente era cuestionado el Jefe de
la Sección de Seguridad, Eugenio Castro Rodríguez, quien por estos años fabricó
una serie de acciones de falso terrorismo, que pretendían desprestigiar a los
obreros organizados. Así ocurrió para el Primero de mayo de 1908, luego en
1910, 1912, 1913, 1919. Castro y sus criminales, lograban de ese modo aparecer
como heroicos salvadores de la sociedad; y con ello, hacerse aumentar los
sueldos.
Fueron tantos los crímenes,
atropellos abusos y fechorías llevados a cabo por esta mafia de criminales que,
desde 1916, Trancedo Pinochet y Roberto Mario se impusieron noblemente, desde
las columnas de La Opinión, la tarea de acabar con esta infamia. Este
último, seudónimo de Carlos Pinto Durán, escribió un libro titulado: “La
corrupción de la policía secreta de Santiago”. En dichos textos, se
señalaba, entre otras denuncias, que la policía contrataba en sus filas, como
agentes e informantes cercanos, a “antiguos presidiarios, rateros, rufianes y
gandules”. (ver: Manuel Lagos M., Juan Onofre Chamorro, el “agitador” de
Valparaíso, 1885-1941, Talleres Sartaña, 2018)
En 1917 estudiantes, librepensadores
y obreros organizados desarrollaron masivos mítines contra esta “mafia”
policial, acompañando dichas denuncias a través de distintos medios
periodísticos progresistas y obreros. A través de dicha campaña no se logró el
objetivo de dejar tras las rejas a Castro y terminar con este tipo de prácticas
(pues era evidente que estos desalmados servían a los intereses de importantes
personajes de poder); no obstante, se logró la destitución de este maleante.
Pero la institución prosiguió bajo
las mismas dinámicas, y esto último queda bien demostrado en el Montaje de la
dinamita al local de la IWW en el Valparaíso de 1920: estrategia ejecutada por
la mano negra del poder, con la absoluta complicidad de éste. Así, en una
sesión secreta en el Senado hacia julio de 1920, los oligarcas discutieron cual
sería la mejor forma de terminar con la agitación social predominante. En esa
famosa sesión el honorable Senador de Malleco, Gonzalo Bulnes, hizo presente la
necesidad que había de concluir con los movimientos sociales, de eliminar
a los “agitadores”, “tal como se acostumbraba en Europa”. Para la seguridad del
gobierno y de la sociedad, había manifestado, “era indispensable” que la
autoridad terminara de una vez por todas con todos los “elementos indeseables”.
Ese mismo honorable Senador indicó
que “podía hacerse en Chile lo que se hacía en otras partes”, es decir:
“aprehender a todos los subversivos, embarcarlos en Valparaíso y fondearlos en
alta mar”. Esta medida, la esperaba el honorable senador como la cosa “más
fácil y más justa”.
Interrogado sobre este asunto el
Ministro del Interior, García de la Huerta, dijo que él estaba para hacer
cumplir la ley, y si la ley lo autorizaba para ello, él lo haría, pero se
pisoteaban las garantías individuales. Ante esta respuesta de García de la
Huerta, se optó por una acción judicial, que, dando visos de legalidad, pudiera
permitir o atenuar los más graves abusos. Para ello, se prestó “admirablemente”
el Ministro de Justicia, Lorenzo Montt. Fue el mismo Montt, el encargado de
contactar, y dar las órdenes al ejecutor de la farsa del montaje a la IWW: el
Capitán de Ejército, Enrique Caballero, quién a comienzos de junio de 1920,
asumía como Prefecto de Policía de Valparaíso.
Como ya era sabido, la policía de
ese entonces, contrataba para ciertos trabajos a criminales, a los cuáles, a
cambio de su colaboración y falsas declaraciones, daba el uniforme de
pesquisas. Y fueron estos criminales quienes, por órdenes del Prefecto,
hicieron desaparecer de los Arsenales de Marina, algunos tubos de dinamita, que
luego se encargaron de introducir en el salón de la IWW. Se trataba, nada más
ni nada menos, que de dos conocidos ladrones: Ángel Custodio Delfín y Guillermo
Stuardo. La misma prensa burguesa tendría que tragarse sus palabras cuando,
hacia comienzos de 1921, se abría paso la verdad.
Dicho montaje se consumó finalmente,
y fue efectivo para el poder, en cuanto, se impidió que la presión social
desembocara en una escena más lamentable para quienes residían los palacios porteños.
A pesar que, con tiempo, y tras ardua labor defensiva generada entre los
obreros organizados, logró conocerse la verdad -comprobándose de que
efectivamente estábamos en presencia del Montaje policial más despiadado en la
historia del Chile-, sus implicados jamás llegaron a la cárcel, pues había sido
fraguado desde el poder mismo, con la complicidad de todos los poderes del
Estado.
Ahora bien, esta escena del
Valparaíso de 1920 inevitablemente nos traslada a los tiempos actuales. O,
mejor dicho, son las escenas actuales las que nos remontan a los años 20’;
quizás interrogándolos, buscando explicaciones y experiencias que puedan
orientarnos en el presente. Como vemos, hay continuidades en el actuar del
Estado y su servicio secreto, su corrupción, y labores criminales. Una poderosa
y oscura presencia con la cual nadie quisiera meterse. Pero que actúan cada vez
que algo puede resultar amenazante.
La gran pregunta hoy día es cómo
enfrentar esta permanente amenaza. Y ello también nos lleva al caso del año 20’,
y lamentablemente, nos habla de una gran diferencia con la manera de enfrentar
dicho panorama hoy día.
A diferencia del año 20’, hoy el
movimiento social no cuenta con una capacidad de presión capaz de poner ciertas
denuncias o temáticas en la opinión pública. Si bien no existe un movimiento de
masas -amparado en un movimiento obrero- como antaño, tampoco ha logrado
generarse un respaldo ciudadano, y ello porque tampoco han logrado configurarse
ciertas “alianzas” válidas para problemas específicos. Hacia 1920-21, por
ejemplo, se conformó un “Comité por la Libertad de Pensamiento”, y otro “Por los
presos por Cuestiones Sociales”. Dichas entidades estaban compuestas por
distintos elementos –no todos anarquistas- encargados de: organizar mítines
públicos, boletines informativos y de denuncia, visitas a presos, actividades
solidarias, asesoramiento jurídico, y una activa denuncia a través de los
medios de comunicación. Todo lo cual, terminó por echar a tierra el Montaje de
la dinamita.
Hoy, cuando las instituciones
parecen perder credibilidad a raíz no sólo de sus burdos montajes, sino de una
larga lista de corrupciones y atropellos, es cuando más debiera resultar
pertinente la formación de estos espacios de denuncia pública, que a su vez
también se traduzcan en actos enérgicos. Me pregunto qué ciudadano común y
corriente hoy día tiene alguna confianza, en las instituciones policiales, después
de todas estas evidencias en que ha quedado demostrado su falta a la verdad. Si
nos remontamos al análisis de otras instituciones, como el Congreso, y la
política partidista misma, podemos concluir lo mismo. Falta de credibilidad,
crisis, e incluso cierta impotencia al ver tanto atropello y desfalco. Cuando
las instituciones ya no tienen el respaldo ciudadano, pero que, sin embargo, el
ciudadano tiene que aceptarlas igualmente, por la fuerza, o porque no le queda
de otra, dichas instituciones sólo se imponen por la fuerza y el engaño. Los
últimos montajes, de los que hemos sido testigos todos, algo nos hablan de eso,
¿qué hacer entonces?…….
...a
lxs compxs del caso 21 de Mayo, otro montaje caerá!
Ignotus
DECLARACIÓN
DECLARACIÓN DEL CONSEJO DE LONKOS DEL TERRITORIO MAILE-ALLIPEN
Wallmapu Pukem ka kuyen küla marri kiñe
Kiñe: Como Consejo de Lonko del territorio Maile-Allipen, nos dirigimos hoy al Pueblo Nación Mapuche, para expresar nuestra preocupación y rechazo a la vez, por las constantes situaciones en que el Estado de Chile está aplicando e implementando sus políticas represivas para con nuestras Autoridades Mapuche Ancestrales.
Epu: Hoy venimos a apoyar a nuestra Lamnien y Lonko de su comunidad, Juana Calfunao, quien en el legítimo ejercicio de la defensa de su territorio y bajo un juicio lleno de sesgo, racismo y falta de profesionalismo por parte de los fiscales persecutores y la falta de criterio e imparcialidad del poder judicial, fue condenada por la justicia chilena, la cual no reconocemos y rechazamos categóricamente.
Küla: Que la policia Chilena, desconoció y desobedeció una medida cautelar (MC 46/14 CIDH) que se le otorgó a la Lonko y su familia por las constantes vulneraciones, torturas y amenazas que reciben a diario por parte de distintos organismos armados del estado chileno, hechos que se ocultan a la luz pública, pero que han sido demostrado por los organismos competentes.
Meli: Finalmente, estamos convencidos de que nuevamente quedarán evidenciados los vacíos del juicio condenatorio, y que nuestra hermana seguirá libre, defendiendo su territorio y exigiendo el respeto que como autoridades Mapuche Ancestrales merecemos.
Es por ello que llamamos a nuestra gente Mapuche a mantenerse atentos y no bajar los brazos frente al racismo y la represión de un estado que nos quiere acallar por exigir nuestras legítimas demandas!!.
No a la Ley Antiterrorista!!
Libertad a los hermanos Pablo y Benito Trangol!!
Libertad a los presos políticos Mapuche!!
Consejo de Lonko del Territorio Maile-Aillipen
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